Sunday, June 18, 2006

Mis artistas de hollywood

La otra noche estaba en la cama y pensé en la muerte. A veces pienso en mi muerte, lo cual me lleva a hacer un repaso rápido de lo que será mi vida hasta que sea vieja (o no tan vieja). Otra veces, divago acerca de cómo afrontaré la pérdida de mis padres, y no me resulta fácil, siento que no les habré hecho llegar de forma suficiente lo mucho que les quiero. Seguidamente, llego al 'nivel abuelos' y me planteo cómo la naturaleza siempre obra de una forma bastante curiosa y arbitraria (más bien con mala sombra) al establecer su selección de quién se va y quién se queda.

Mi yayo (siempre hemos llamado yayos a los abuelos maternos) murió cuando yo tenía 4 o 5 años. Apenas recuerdo cosas de él, pero hay ciertas personas en la vida de las que, por poco que hayas tenido contacto, te queda un recuerdo especial, y él es una de ellas. Su pelo negro, sus gafas de cristales ligeramente ahumados y sus recibimientos alegres y cariñosos son algunos de los recuerdos que todavía conservo. Una de sus ilusiones fue tener un chalet al que pudiéramos ir todos en verano. Invirtió muchas energías en él, y disfrutaba viendo cómo se iba haciendo realidad. Creo que yo ya nací cuando estaba terminado o casi. Yo me sentaba con él por las mañanas en las escaleras de una de las terrazas y almorzábamos un bocadillo de atún con olivas rellenas mientras nos daba el sol. La verdad es que no sé por qué he retenido esa imagen, supongo que para mí era importante (o lo sigue siendo). Desgraciadamente, también fue en el chalet donde la naturaleza nos privó de su compañía desmasiado temprano, aunque debido a mi corta edad no tengo recuerdo alguno de nada relacionado con su muerte.

Mi yaya era también era muy alegre, de carácter abierto y cariñoso, en fin, una yaya estupenda que me quería un montón. Durante mi niñez, iba a pasar algunos días en verano con ella y mi tío (su hijo soltero vivía con ella). Mis padres siempre iban a visitar a mi abuela/yaya/tío en fines de semana alternos y mientras mis hermanos y yo éramos pequeños íbamos también. A medida que nos hicimos mayores, preferimos quedarnos el fin de semana para estar con los amigos o porque teníamos cosas que hacer. Cuando tenía 15 años, fui uno de los fines de semana con mis padres y nos comimos una paella en casa de mi yaya. Un día de la semana siguiente ella también se marchó para siempre. Llamaron por teléfono durante la noche y se lo dijeron a mi madre, yo pensaba que había pasado algo, que estaría ingresada o algo así. Vi como mi madre lloraba y pregunté (los hijos somos muy inoportunos) y creo que mi hermana me dijo qué ocurría, así que también lloré. Me alegré de haber ido aquel fin de semana a verla y así poder 'despedirme'.

Siempre me han gustado las fotos antiguas, especialmente, esas de estudio en las que parece que seas un artista del cine de hollywood. No he podido ir a buscar las que yo quería, pero con los recursos de los que disponía he querido hacer mi homenaje particular a mis dos artistas de hollywood favoritos.




Un beso a los dos, estéis donde estéis.

4 comments:

Mars Attacks said...

Jo... me ha venido una opresión en el pecho y no he podido (ni querido) reprimir las lágrimas. Hay mucho que me resulta tristemente familiar en todo eso...

servidora said...

Me voy a ganar a pulso que me pegue sun par de yoyas, pero... ¿son imaginaciones mías o te pareces un montón a tu yayo... en versión pecosa?

Ya sé que es un comentario medio marujil, pero es una forma como otra de saber que estamos ahí para dar testimonio y recuerdo de que ellos estuvieron...
Ya sabes: esto es una carrera de relevos, al fin y al cabo. Ellos ya estuvieron ahí, ahora nos toca a nosotros.

Y sí, no los vamos a dejar quedar mal ;-). Besote...

Unknown said...

Cuando las gotas del recuerdo bañan nuestra alma, simplemente bendice aquello que se mantiene en tu corazón, y te permite seguir adelante.

Bridget said...

No pasaste de ellos y se los llevaron después de poder haber pasado tiempo con ellos, eso es un regalo. Ante la muerte los pensamientos sobre los buenos momentos debería primar sobre el hecho de que ya no estén, haces muy bien es acordarte del bocata de atún.